Y VOLVIMOS DE PORTUGAL
Pues poco se puede decir de este último viaje. No es que no lo hayamos pasado bien; lo que pasa es que Aveiro no es nada del otro mundo. Apenas ves gente por la calle, no hay nada de ambiente, no hay mucho qué ver y lo de "La pequeña Venecia" o "La Venecia de Portugal" es un auténtico camelo. Todo se reduce a dos pequeños canales que se cruzan y ya está. Los barquitos estos tan monos, los "Moliceiros", servían para recoger algas en las marismas y utilizarlas como abono. Ahora te dan paseos turísticos en ellos. A pesar de todo esto nos reímos mucho, supimos sacarle partido a lo que teníamos viviendo alguna anecdotilla; pero este no es el lugar para contarla.
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