"Llegó Navidad, se acabó la paz". O así al menos lo siento. Como cualquier niño, yo también adoré estas fiestas, los reyes, el Papa Noel... Pero ahora no puedo con ello. Me siguen gustando las cenas copiosas y multitudinarias, ver a las personas queridas, etc. Pero estas fiestas, como muchas otras, son puramente comerciales, y eso lo detesto. Y todavía detesto más que la época del año de mayor despilfarro coincida con la de mayor gesto solidario, logrando resaltar como nunca las diferencias entre los que no tienen y a los que les sobra, sea dinero o simplemente calor humano. Que además sea en base a una fiesta católica, he de reconocer que tampoco me deja indiferente.
Veo a la gente que me rodea, mi familia, y les veo disfrutar de la Navidad como niños, y les envidio y lo que es peor, de alguna manera les chafo la fiesta; y me consta que muchos de ellos trabajan constántemente, todo el año, ayudando a otras personas a vivir mejor.
Así que, cansado ya de pelear con la madre de todas las fiestas, me he propuesto empezar a disfrutar de ella como sea, sin sucumbir a sus pecados (los pecuniarios) ni a las creencias que la mantienen, por ahí sí que no paso.